Mientras que la sociedad ha sido bendecida por las contribuciones de los ciudadanos virtuosos de todas las profesiones, las investigaciones indican que las personas casadas tienden a ser más felices, más saludables y más productivas, y ofrecen el mejor ambiente para criar a los hijos. Los niños criados por sus propios padres biológicos casados experimentan menos pobreza, menos uso de drogas y alcohol y menos crimen y delincuencia; adquieren más educación; tienen más probabilidades de casarse; y tienen mejor salud mental en comparación con los niños de otros arreglos familiares. Lo que un líder espiritual dijo hace años todavía es válido hoy: la obra más grande que haremos será dentro de las paredes de nuestro hogar.
Uno podría pensar que asuntos familiares son totalmente personales, separados de la sociedad que lo rodea. ¿Familia o matrimonio de una persona realmente afecta a otra persona? La respuesta es un sí rotundo. Ninguno de nosotros vive en aislamiento. Un informe sobre el estado del matrimonio en América lo pone de esta manera: "el matrimonio no es meramente un arreglo privado; también es una institución social compleja. Matrimonio fomenta pequeñas uniones cooperativas — también conocido como familias estables, que permiten a los niños a prosperar, estabilizar las comunidades y ayudar a los miembros de la familia a tener éxito durante tiempos buenos y tiempos malos.
Para La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días la familia es principal, todo se centra en ella. En 1995 la Primera Presidencia de la Iglesia anunció: "Nosotros, La Primera Presidencia y el Consejo de los Doce Apóstoles de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, solemnemente proclamamos que el matrimonio entre el hombre y la mujer es ordenado por Dios y que la familia es fundamental en el plan del Creador para el destino eterno de Sus hijos..Declaramos que los medios por los cuales se crea la vida mortal son divinamente establecidos. Afirmamos la santidad de la vida y su importancia en el plan eterno de Dios.
"El esposo y la esposa tienen la solemne responsabilidad de amarse y de cuidarse el uno al otro, así como a sus hijos. “…herencia de Jehová son los hijos” (Salmo 127:3). Los padres tienen el deber sagrado de criar a sus hijos con amor y rectitud, de proveer para sus necesidades físicas y espirituales, y de enseñarles a amarse y a servirse el uno al otro, a observar los mandamientos de Dios y a ser ciudadanos respetuosos de la ley dondequiera que vivan. Los esposos y las esposas, las madres y los padres, serán responsables ante Dios del cumplimiento de estas obligaciones."
Tener familias fuertes es uno de los objetos principales de la Iglesia. El resultado no solo afecta al individuo (hijos), sino también fortalece la comunidad, la nación y el mundo entero.
(La referencia principal de este artículo es Sala de Prensa Mormona Global, inglés.)